Los celos no son una enfermedad en sí mismos, sino más bien una emoción humana natural que puede surgir en diversas situaciones, especialmente en las relaciones románticas. Experimentar celos ocasionalmente no es necesariamente algo anormal y puede ser una respuesta emocional comprensible a situaciones específicas, como la percepción de amenaza a la relación o la falta de seguridad emocional.

Sin embargo, los celos pueden convertirse en un problema significativo cuando son excesivos, irracionales o interfieren con el bienestar emocional y las relaciones interpersonales de una persona. En tales casos, los celos pueden ser un síntoma de problemas subyacentes, como inseguridad, baja autoestima, desconfianza o ansiedad.

Cuando los celos son persistentes, extremadamente intensos o conducen a comportamientos destructivos, pueden considerarse un problema psicológico que requiere atención y tratamiento. En casos graves, los celos pueden ser un síntoma de trastornos psicológicos como la celotipia (trastorno delirante tipo celotipia) o el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), donde los pensamientos y comportamientos relacionados con los celos son dominantes y perjudiciales para la vida diaria y las relaciones.

Es importante entender que los celos pueden manifestarse de diferentes maneras en diferentes personas, y lo que puede ser percibido como celos normales en una situación puede ser considerado como patológico en otra. En general, es esencial abordar los celos de manera saludable, reconociendo y gestionando las emociones de manera constructiva, comunicándose abierta y honestamente con la pareja y buscando ayuda profesional si los celos se vuelven problemáticos o están causando angustia significativa.